Todos los reclamos
La gente anda loca, luego de las elecciones,
perdedores y ganadores tienen su propia expectativa. Primero, los simpatizantes
de los candidatos triunfadores echan las campanas al vuelo, son actitudes de
gusto y de creer que “ahora sí” cambiará el rumbo del municipio del que se
trate.
Por otra parte los simpatizantes de los perdedores
esperan que fracase el adversario, pronostican que serán iguales o peores del
munícipe en turno.
Ambos ignoran todos los elementos que
intervienen y evitan puntualizar las dificultades que tendrá un nuevo cabildo
que viene de derrotar a quienes se encontraban empoderados.
El caso es que, para los candidatos
panistas-perredistas que lograron el triunfo, serán quienes menos problemas
enfrenten, ya que estarán acordes con el gobierno estatal que, por lo menos de
nombre, son de la misma filiación. Pero sin duda, tendrán que enfrentar al
gobierno Federal que todavía es priista.
Ahora baste recordar la terrible guerra sucia
desatada desde todos los puntos del poder en contra del partido de Andrés
Manuel López Obrador, así que es fácil imaginar lo que sucederá con los
municipios que serán gobernados por Morena.
Con un gobierno Federal priista, uno estatal
panista-perredista y un Congreso local sumiso al gobernador panista-perredista,
pues los proyectos morenistas se verán, en el mejor de los casos, muy lentos.
Es decir, para los detractores que esperan
verlos fracasar, tendrán mucha tela de donde cortar y sus argumentos a priori
adquirirán valor: “Ya ven, se los dije, es peor que los otros”.
Y los simpatizantes volverán a sentirse
decepcionados al ver que el candidato que apoyaron no ha podido hacer lo que
prometió en campaña y lo tacharán de más de lo mismo.
Por eso es importante conocer cómo funciona el
entramado del poder, no sólo con ganar las elecciones ya se tiene resuelto el
problema y, aunque el voto ciudadano es una gran herramienta, lo cierto es que
no es la definitiva.
Se requiere de la participación real y
efectiva de cada ciudadano para lograr un cambio en la forma de gobernar, no
sólo criticando o señalando los errores, sino proponiendo, haciendo valer su
voz. Eso ayudaría mucho a que lo políticos modificaran sus actitudes y dejaran
de lado su apariencia de perdona vidas.
Pero eso aún está lejos de suceder. El
hartazgo llegó, pero sin la preparación necesaria; es decir, la manipulación
que el sistema ha ejercido durante décadas sobre la mayoría de la población,
sigue funcionando, mantiene adormecida a la gente, inmóvil y sometida por la
televisión.
Pero tienen el derecho de exigir, para eso
votaron y su forma de defender su voto es reclamando cuando el elegido no
entrega los resultados que el individuo espera de manera personal.
Cuando la ciudadanía acepte que no basta con
tener un alcalde de su lado, sino que requiere la mayoría en todos los
congresos y un presidente y un gobernador de su misma filiación política, será
entonces, cuando comience a ver el cambio verdadero.
Claro que eso también lo deben tomar en cuenta
los dirigentes del partido de que se trate, actuar de acuerdo a esa lógica y no
provocar desunión y enojos entre los ciudadanos debido a imposiciones de
candidatos o selección de personas que no tienen arraigo entre los votantes.