MALABARISMO, EL ARTE QUE LES CAMBIÓ LA VIDA
Natalia y Raúl, una pareja de malabaristas muestran sus ejecuciones urbanas para obtener recursos y regalarle una sonrisa a los automovilistas
La calle es su lugar de trabajo. Las personas su fuente de ingreso. Todos los días ofrecen un panorama distinto para el rumbo de sus vidas.
Natalia y Raúl, es una pareja de malabaristas que día a día muestran sus ejercicios en varios cruceros de Coatzacoalcos.
Rodeados de infinidad de carros que se dirigen a distintas partes de la ciudad. Hacen lo que disfrutan con el fin de gozar la vida que tienen por delante y ver una sonrisa en los automovilistas.
-Me llamo Natalia. En realidad, acabo de empezar, llevo como 2 ó 3 meses, inicié usando aros, después empecé a malabarear con clavas y luego desarrollé un personaje de mimo, toco música con un acordeón y también a veces hago como una escena o una representación-, dijo la joven artista urbana.
Natalia y Raúl, cumplen un horario de siete de la mañana a dos de la tarde, ofrecen en los semáforos un momento de entretenimiento para poder subsistir.
-Las ganas de viajar, de alegrarle la vida a la gente, que salgan de lo típico-, expresó Natalia respecto al porqué practica este oficio urbano.
Estando fuera de su ciudad de origen, Guadalajara, Natalia, una joven de complexión delgada, con cabello corto y una personalidad carismática, ha decidido invertir una parte de su vida en disfrutarla, aprendiendo cosas nuevas, siendo creativa y brindándoles a las personas un poco de distracción en su rutina diaria.
-En Guadalajara había un grupo de cirqueros que se llama Circus Mafia, entonces me empecé a reunir con ellos, pero yo veía a los malabaristas como dioses, pensando "yo nunca voy a poder hacer eso” y hacía acroyoga. Luego conocí a mi novio que se llama Raúl y él es malabarista, entonces él me dijo “anímate” y me prestó juguetes y me enseñó-.
Abandonando el estilo de vida tradicional, trabajó como mesera y vendedora de artesanías, tomó la decisión de salir de su zona de confort para experimentar algo nuevo.
-Cuando estoy de mimo uso la típica ropa a rayas y me pongo esmoquin y chaleco, me gusta verme elegante. Cuando estoy de hulera me gusta verme como un poco más como gimnasta, pero elegante-, afirmó mientras mostraba su vestimenta de manera orgullosa.
Son largas horas de su día, tolerando el clima caluroso, a practicar en los parques o mientras el semáforo está en verde. El trabajo duro y dedicación se hacen visibles en el tipo de espectáculo que desarrollan, siempre con una sonrisa en la cara, intentando contagiar de alegría a todos los automovilistas.
-Mi novio tenía varias cosas que me pudo regalar y otras que yo he podido comprar, son algo caros, pero duran mucho tiempo y algunas cosas yo las fabrico, para no gastar mucho- expuso.
La malabarista lidia con los retos de un ingreso que varía todos los días, la indiferencia de las personas, las faltas de respeto al no considerar este oficio como un arte, las posibilidades de sufrir un accidente…entre muchos otros riesgos solo personas valientes y con ganas de salir adelante los vencen.
-No quisiera vivir de esto toda la vida, me gustaría luego poderlo hacer sin una remuneración económica y dedicarme a alguna otra cosa, pero en el ámbito artístico – comentó con un sentimiento de esperanza.
Los artistas urbanos presentan su espectáculo en diferentes puntos de la ciudad de Coatzacoalcos: en Chedraui 1, en el crucero de Pensiones, en Playa Sol, sobre el malecón en la esquina Independencia, así también como en Minatitlán, en la colonia Obrera.
-Anímense a ser creativos, porque estamos acostumbrados a producir y consumir y la vida es corta y a la vez larga para que experimentemos muchas cosas - finalizó muy segura Natalia, la joven artista, mientras mostraba una gran sonrisa en su rostro.
Fuente:El Observador de Coatza